RICCAP FRENTE A LA EMERGENCIA GLOBAL DEL CORONAVIRUS
En tiempos de emergencias, la comunicación responsable es una comunicación organizada y no improvisada o reactiva, lo que implica diseñar planes de comunicación a largo plazo para enfrentar las crisis y sus consecuencias, y prestar especial atención a los intereses de la ciudadanía, los grupos vulnerables, y la población directamente afectada. Informar en tiempos de crisis implica no solo gestionar y adelantarse al riesgo, sino incidir en las labores de prevención, reparación y reconstrucción. Es por ello que estos días necesitamos que el periodismo trascienda el mero diagnóstico para adentrarse en las respuestas, las soluciones, y el posible escenario que se presente una vez superada la emergencia.
Los medios de comunicación tienen que hacer un esfuerzo por elaborar una información rigurosa, contrastada y equilibrada, a la vez que imaginativa y de calidad. Esta se basará en fuentes fiables que contribuyan al bienestar y la toma correcta de decisiones. En este sentido, conviene evitar el sensacionalismo, la propagación del miedo indiscriminado, y cualquier información que afecte al estado emocional de las víctimas y las personas más vulnerables.
Todo ejercicio periodístico autónomo y de calidad y, en particular, aquel que ejercen las formas de comunicación comunitarias, libres, cooperativas, educativas o ciudadanas, tiene que ofrecer un valor añadido a la información convencional, que pasa por: (1) Informar, interpretar, educar y movilizar en torno a derechos y deberes ciudadanos; (2) Reflexionar sobre los contenidos que ayudan a gestionar y superar la crisis colectivamente; (3) Incorporar tanto fuentes oficiales y especializadas como las voces de las personas y comunidades afectadas, teniendo en cuenta que las crisis influyen enormemente en el bienestar emocional de dichas personas y sus comunidades; (4) Usar un lenguaje apropiado y no estigmatizador que ponga en el centro la capacidad de agencia de las personas; (5) Ofrecer abundante contexto, que contribuya a conectar a las comunidades locales con un marco más amplio de actuación de tipo regional o global.
Los medios de comunicación y sus profesionales tienen que hacer un esfuerzo por fomentar la cooperación entre distintos medios, y, en especial, entre medios, ciudadanía, instituciones y organizaciones sociales. Las redes de solidaridad contribuyen a reducir la incertidumbre y generan elementos para el coaprendizaje, la producción de sentidos comunes, y el intercambio de contenidos y recursos.
En tiempos de crisis, la investigación en comunicación conlleva un ejercicio de responsabilidad y un posicionamiento crítico de cara a entender el papel que juegan los medios en el fomento de la salud, los valores cívicos y la ética pública. Asimismo, la investigación debe orientarse a denunciar los abusos, las malas prácticas y los efectos nocivos de la desinformación, el periodismo no contrastado, o los mensajes que promueven actitudes discriminatorias hacia los colectivos más vulnerables. Las ciencias médicas trabajan estos días por salvar vidas. Las sociales y comunicacionales deben trabajar por la salud emocional, e incorporar las necesidades informativas y de expresión de individuos y ciudadanía organizada.
En estos días el factor comunitario y ciudadano es clave. Se debe trabajar codo con codo con la comunidad más próxima y con las instituciones públicas que garantizan nuestra salud, dando respuestas colectivas a los problemas globales. Rogamos por ello que toda la población atienda a las recomendaciones sanitarias, haga un esfuerzo por pensar en colectivo, y aproveche la situación extraordinaria que vivimos para fomentar una comunicación que refuerce los lazos sociales, la cooperación y el sentido de pertenencia.